Imprescindible para la vida
Dado que todas las plantas necesitan de la presencia de CO₂, junto con la luz solar y el agua para realizar sus funciones vitales, en muchos invernaderos se insufla dióxido de carbono extra en el ambiente, para que las plantas tengan más “alimento gaseoso”. Si bien deben controlarse los niveles para evitar los excesos, las verduras, flores y frutas se desarrollan con mayor rapidez.
Hielo seco y láseres
Durante el proceso de vinificación (la conversión del zumo de uvas en vino) el CO₂ en forma de hielo seco suele resultar un elemento crítico, para obtener los mejores caldos. Este hielo se emplea para refrigerar las uvas recién cosechadas e impedir que los procesos de fermentación comienzan en el sitio equivocado y sin el control adecuado.
Burbujas y limpieza
La carbonatación de muchas de las bebidas “con burbujas” suele ser producto de la dilución de CO₂ en agua. La soda, la mayoría de las cervezas y de las bebidas cola son buenos ejemplos de ello. También se emplea para fabricar hielo seco, que en vez de derretirse sufre un proceso llamado sublimación y pasa del estado sólido al gaseoso, saltándose la fase líquida.
Torres de refrigeración y potabilización
El CO2 se emplea en torres de refrigeración y redes de agua caliente. Las industrias optan por utilizar este gas en sus instalaciones en lugar de agentes ácidos, por razones de seguridad y de economía. Entre sus características más destacables esta la de garantizar la ausencia de corrosión.
En una planta de producción de agua potable, el uso del dióxido de carbono está estandarizado. Se utiliza para mantener el equilibrio calcio-carbono del agua y en el 99% de los casos durante las etapas de remineralización.
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