Los ensayos realizados por ordenador en su estudio avalan la idea, que ha sido publicada por el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos. Instalar este nuevo color en los dispositivos de señalización lograría que se tarde menos en cruzar las intersecciones y el consumo de combustible cayera.
Esta iniciativa deja el dominio de la circulación a los automóviles de conducción automática, lo que lleva implícito que tardará un largo tiempo en aplicarse.
“A este concepto lo llamamos ‘fase blanca’ y aprovecha el poder de computación de los vehículos autónomos (AV)”, fue el resumen que realizó Ali Hajbabaie, ingeniero y coautor del estudio y profesor en la Universidad Estatal de Carolina del Norte. La novedad implica que los conductores se dejen llevar por un escenario en el que conviven los conductores y las máquinas.
Ahí es donde esta idea aplica. Una señal de tráfico debería ser una advertencia para los automovilistas de que la próxima intersección está regida de esta manera. A partir de ese momento, los colores son los que toman el control.
“Las luces rojas seguirán significando alto. Las luces verdes seguirán significando avanzar. Y las luces blancas les dirán a los conductores humanos que simplemente sigan al automóvil que tienen delante”, expuso Hajbabaie en la web del centro académico.
Esta propuesta está basada en la posibilidad de que los automóviles autónomos tengan una comunicación entre ellos y con la infraestructura que controla el ciclo de los dispositivos de señales. Cuando aparezcan suficientes pilotos automáticos cerca de un cruce, la fase blanca será activada.
Esta luz “dirá” que los ordenadores de los automóviles están conectados para ordenar al tráfico la manera más eficiente de manejar. De esta manera, los conductores descenderán un escalón para recibir órdenes de una máquina. Si el coche que está delante se para, el resto también lo hará.
En contraposición, si cerca del cruce los coches predominantes son los comunes, los semáforos trabajarán de la manera a la que estamos acostumbrados. Los simuladores de tráfico arrojaron que el uso de la fase blanca disminuye el tiempo de desplazamiento entre un 3,2% y un 94,06% en función del número de automóviles autónomos involucrados.
Asimismo, la investigación también ha expuesto que esté método “reduce el consumo de combustible, porque hay menos tráfico intermitente”. “Cuando mayor sea el porcentaje de tráfico en una intersección de fase blanca que se compone de coches autónomos, más rápido se moverá el tráfico y mejores serán las cifras de consumo de combustible”, advierte el investigador.
En definitiva, este proyecto busca que los semáforos cuenten con un cuarto color adaptándose a lo que serán los coches del futuro. Por ahora, toca esperar para ver si esta iniciativa logra instaurarse en el entorno real. En gran parte, depende de la proliferación de los coches autónomos.